Claudia tejía madejas de sueños, vivía inacabables aventuras, nunca planeaba nada, cada nuevo segundo de su vida era improvisado, irrepetible e inesperado…
Le gustaba mucho hacer barquitos de papel y, un día, en una de sus locuras, decidió atravesar el océano de punta a punta en uno de ellos, sabía que era peligroso, y tenía miedo, pero estaba dispuesta a arriesgarse.
En su viaje conoció distintas especies de peces y seres marinos, algunos necesitaron su ayuda y ella se la prestó.
Un día, conoció a una sirena y cantó con ella lindas canciones, hasta que, agotada, cayó rendida y al despertar, la sirena había desaparecido. Otro día se lanzó al mar a jugar con un delfín de marcados colores y grandes ojos, pero también tuvo que despedirse de él. Otro día una medusa intentó saltar hasta el barquito, pero luchó contra ella y pudo esquivarla.
Un día, conoció a una sirena y cantó con ella lindas canciones, hasta que, agotada, cayó rendida y al despertar, la sirena había desaparecido. Otro día se lanzó al mar a jugar con un delfín de marcados colores y grandes ojos, pero también tuvo que despedirse de él. Otro día una medusa intentó saltar hasta el barquito, pero luchó contra ella y pudo esquivarla.
Tuvo muchos acompañantes a lo largo de su viaje pero, a veces, tenía la sensación de que muchos de ellos, tal vez, los había creado su imaginación y en realidad nunca habían existido..
De día hablaba animadamente con el sol, ella le narraba muchas de sus aventuras y él, había vivido tanto, que tenía innumerables historias que contar, Claudia lo escuchaba siempre con admiración y con los ojos y los oídos bien abiertos para no perderse ni un detalle.
Por la noche, la luna le cantaba nanas, el mar la mecía y las estrellas la guiaban e iluminaban.
Por la noche, la luna le cantaba nanas, el mar la mecía y las estrellas la guiaban e iluminaban.
Su destino ya estaba cerca, un gran faro rojo en lo alto de una colina…
A lo lejos, divisó varios barcos de diversos tamaños, se puso muy contenta, no estaría sola en el faro!!! Pero, parecía que todos iban en la misma dirección y estaban a punto de chocar.
Claudia, nerviosa y asustada, se puso en pie, agitó los brazos, gritó hasta que dejó de escucharse el eco de su voz, y nada, se sintió invisible a los ojos de aquellos barcos. Así que empezó a remar con todas sus fuerzas, pero por más que remaba, parecía no avanzar.
De pronto, alguien de uno de los barcos señaló hacia Claudia, rápidamente volvió a ponerse en pie agitando los brazos, pero ninguno cambió su rumbo, tal vez pensaron que era un espejismo, al fin y al cabo, ¿qué hacía una niña en mitad del océano en un barco de papel?
A lo lejos, divisó varios barcos de diversos tamaños, se puso muy contenta, no estaría sola en el faro!!! Pero, parecía que todos iban en la misma dirección y estaban a punto de chocar.
Claudia, nerviosa y asustada, se puso en pie, agitó los brazos, gritó hasta que dejó de escucharse el eco de su voz, y nada, se sintió invisible a los ojos de aquellos barcos. Así que empezó a remar con todas sus fuerzas, pero por más que remaba, parecía no avanzar.
De pronto, alguien de uno de los barcos señaló hacia Claudia, rápidamente volvió a ponerse en pie agitando los brazos, pero ninguno cambió su rumbo, tal vez pensaron que era un espejismo, al fin y al cabo, ¿qué hacía una niña en mitad del océano en un barco de papel?
Claudia volvió a remar, y no dejaba de gritar, pero seguía sin avanzar y el eco de su voz desaparecía cada vez más rápido…
Vio, con horror, como chocaban los barcos, como discutían unos con otros, se escuchaban fuertes gritos e insultos, y ella no pudo hacer nada, sólo cerrar los ojos muy fuerte y desear que todo aquello no estuviera pasando, sintió un fuerte dolor en el pecho, una profunda tristeza, y sentía que las paredes de su garganta se habían unido la una con la otra y no podía gritar...
Vio, con horror, como chocaban los barcos, como discutían unos con otros, se escuchaban fuertes gritos e insultos, y ella no pudo hacer nada, sólo cerrar los ojos muy fuerte y desear que todo aquello no estuviera pasando, sintió un fuerte dolor en el pecho, una profunda tristeza, y sentía que las paredes de su garganta se habían unido la una con la otra y no podía gritar...
Al abrir los ojos, Claudia estaba sola, en medio del mar, el faro y los barcos habían desaparecido, volvió a remar, llorando sin consuelo, hasta que se detuvo bruscamente.
Se acurrucó en su barquito y decidió dejarse llevar, donde la llevara el mar, su barquito, el destino...
Se acurrucó en su barquito y decidió dejarse llevar, donde la llevara el mar, su barquito, el destino...
Cuenta una leyenda que Claudia, continua navegando a la deriva, a la espera de que aquellos barcos vuelvan a buscarla, sin peleas, sin luchas, sin choques, sin rencores, …, y todos juntos, lleguen a ese lindo faro rojo y vivan mil aventuras, e improvisen cada segundo de sus vidas, pero siempre con amor, con respeto y con una gran sonrisa...
AUTORA TEXTO:
Mónica Villalba
Había llorado tanto que sus lágrimas no eran saladas, tenían un ligero sabor agridulce.
Sentía que el corazón quería escapar de su cuerpo, notaba como apretaba fuertemente su pecho y, al otro instante, su garganta.
Lo agarró con fuerza mientras intentaba escaparse, poco a poco entre sus labios, lo miró cara a cara… y lo ató a una cuerda de delicada seda para que no pudiera escapar.
Cerró fuertemente los ojos, pensó que tal vez todo había sido un sueño, y cuando los abrió se vio ahí, sentada en el borde de la ventana, mirando al cielo, y saboreando, una a una, las lágrimas que rodaban por su rostro, como si de un tobogán se tratara...
AUTORA TEXTO:
Mónica Villalba
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